El joven Otorga

(continuando)

Viéranlo a Otorga sentado al piano desplegando toda la potencia de su música. No, claro, no suena el piano, ¿qué esperaban acaso? Es otra de sus peculiaridades, apenas roza las teclas, las negras y las blancas por igual, un toque mínimo imperceptible para las cuerdas que aguardan tensas el golpe del martillo en el interior del instrumento.
Pero no hace falta más que mirarlo para percibir toda la melodía, una suave introducción que se dibuja en sus cejas enarcadas, los labios apretados en un estribillo pegadizo, los hombros levantados en un sinfín de acordes que van y vienen.

Pero siempre el mismo final. Alguien golpea la puerta e interrumpe la sinfonía de silencio que improvisaba el buen muchacho. Una y otra vez es ella quien aguarda impaciente tras la puerta. Elvira, la vecina vieja y sorda como una tapia que viene a pedir que bajen el volumen.

Otorga baja la vista pidiendo disculpas y se echa en un sillón a leer un libro con su imaginación en mute.


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El callado


Nació sin decir una sola palabra.

Bueno, sí, como todos, pensará usted agraciado lector, pero es que él no dijo nada de nada, ni una onomatopeya, una interjección, un signo de exclamación. En el acto del nacimiento a la vida y sus postrimetrías no emitió absolutamente ningún sonido.

Eso sí, gritó con todo el cuerpo. Fue así nomás, no había forma de ignorarlo, un estallido de confusión e incomodidad en su cara, gestos dibujados como un libro abierto que no admitían analfabetismo alguno. Las manos apretadas buscando la fuerza que todavía no tenía, las piernas revoleadas de un lado a otro con la agilidad de una calabaza hervida. Un par de enfermeras se taparon los ojos, aturdidas. La partera se contuvo y pudo mantenerse concentrada en su trabajo luchando duramente contra el ruido brutal de aquella visión. Pronto consiguió tapar el niño con una sábana y el ambiente volvió a relajarse en la sala de aquel hospital. Acomodaron al niño sobre el pecho de su madre, y el saludo de un hola diminuto que ella exhaló a modo de bienvenida y suspiro fue el sonido que rompió aquel silencio de zumbidos maquinarios.

Sumergido en su mudez voluntaria creció el niño. No había trauma en su silencio, no había represión ni dolor o incapacidad. Sólo había ausencia de palabras.

Con el tiempo el nombre elegido por sus padres fue olvidado y la gente se acostumbró a llamarlo Otorga.


(¿continuará?)

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Alguien tenía que decirlo


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Terry Terrific

Ando leyendo una novela de Terry Pratchett, Pirómides, nada más y nada menos que la séptima historia de este inglés ambientada en el maravilloso y quelónico Mundo Disco.
No pasó mucho tiempo de la última vez que me reí en el subte leyendo algo, de hecho fue hace un par de meses nomás con el libro de Macanudo que me regaló la faérica niña Carla.
(Estoy re adjetivoso, qué boñigante, ¿no es así?)
Pero igual hoy leí un par de cositas que me daban esa sensación de decir: "Je, esto me hace reír y...". Claro que no es una cosa que uno piense seguido, es más como algo natural, se me ocurre que las cosas que más gracias nos dan son:

- Los chistes que dice otro y nosotros pensamos unos segundos antes que lo hiciera.

- Los que escuchamos en lugares que tienen detector de bromas en la entrada para que nadie pretenda hacerse el gracioso una vez adentro.

- Los que nos dejan ese "y..." al final. Los ejemplos que voy a dar son muy chiquitos, pero hoy me colgué en eso, en que Terry Pratchett me gusta no sólo por gracioso o porque ahora vaya a hacerme el que en el fondo tiene un humor profundo que analiza la realidad de nuestra historia, revelando en sus páginas un reflejo ácido que despliega una crítica feroz sobre las contradicciones más profundas y naturales del ser humano.
Lo que me gusta mucho es que me hace sentir como que el tipo se toma muy en serio lo que escribe. Como que se esfuerza por hacerlo realmente bueno.

"Un poco más de tiempo se enrolló en el carrete de la eternidad y el silencio que había fuera de la celda, que hasta entonces había sido el silencio que produce la ausencia de sonidos, se fue convirtiendo muy lentamente en el silencio causado por la presencia de alguien que no hace ningún ruido."

"Unos simples animales jamás podrían comportarse de esta manera. Ser realmente estúpido es algo que sólo está al alcance de un ser humano."


Ehp.

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Hermanos Umbilicales

A varios de ustedes ya se los he mostrado pero quedan varios que pueden no haberme escuchado hablar de estos tipos. Son dos australianos re locos lindos (¿o "locolindos"?) que hacen - por lo menos en lo visto hasta el día de hoy - unos sketches con mucho trabajo físico, mezcla de mimo con McPhantomismo, pero todo hecho con un bienvenido ingenio y creatividad.

Lo que hay es un video de estos tipos haciendo un demo (¡nerd!) del show que presentaron en Nueva York en el programa de Jay Leno. Después viene pegadito otro en otro programa que no sé cuál es.

Para ver online:
http://www.koreus.com/files/200406/umbilical_brothers.html

Para bajar:
http://www.compfused.com/downloads/04gmjqmrx/umbilicle-brothers31.wmv

Hoy me dio curiosidad y busqué algo más de estos tipos, así que después de complicadísimas elucubraciones y cálculos cuánticos, llegué a:
http://www.umbilicalbrothers.com
Ahí se puede leer más información (todo en inglés, pero para el público ABC1 de mi blog no habrá ningún problema) sobre estos artistas tan particulares. Me gusta la parte donde cuenta que condujeron una entrega de unos premios, noche en la que ellos mismos ganaron uno, que teniendo en cuenta que no estaban nominados a nada es un porcentaje de muy alta efectividad. ¡Cuac!
En la página web pueden bajarse también otro video-clip de los Umbilicals.

¡Y eso es todo por este post!

Publicadas portinch a la/s 1:41 p.m. 0 comentarios