Blah

La idea del post anterior era dejar atrás esa cosa fea del suicidio de un ratito, que a pesar de haber provocado alguna tensión dentro del tejido social de la ciudad de Buenos Aires, no era más que un viejo e infantil gritito al aire. Casi como un pedito rabioso y letrado.

A veces yo sé que tengo grandes cosas para decir. De verdad trascendentales, claras, profundas. Mi inteligencia rebasa lo explicable. El tema es que me distraigo mucho. Y me olvido. Funciona así, en un par de segundos me agarra la inspiración lejos de una computadora - que es como el opio de mi brillantez - y se me presenta una genialidad. Nunca llego a anotarla. No existen palabras para describir ni papel que pueda soportar el peso de tales iluminaciones. En unos segundos llega, en unos segundos se va. Y después me olvido. Así como si nada. La sensación es: "uy, ¿no tenía algo importante en la cabeza?". Pero no como le pasa a la mayoría de la gente, no es que me había colgado pensando en la anarquía direccional del cangrejo y ya. Lo mío fue algo de verdad importante.

Será de pedante, pero que yo sea un un tontito aburrido no quiere decir que no pueda ser un genio asombroso.




Publicadas portinch a la/s 1:23 p.m.  

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