Paint it pink

En un taller que estoy haciendo salió esto. O entró esto, depende la perspectiva. Venía de ver con un gran amigo unos capítulos de los Monty Python, pero creo que la inspiración trocó en algo más al estilo Rompeportones.

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El subalterno agita la cabeza dubitativamente mientras inspecciona a los dos musculosos hombres que aguardan su señal para subir al escenario. Uno de ellos está temblando, como buscando una vía de escape. El otro no deja de sonreír. Se abre la camisa de jean revelando unos inflados pectorales. De una cartuchera en su cintura toma una pistola, se apunta al pecho y al apretar el gatillo se dispara un baño de aceite.
El subalterno niega con la cabeza.
- Esto es un error.
- No, no. – explica el del revólver. – Ya sé que no se ve muy bien que me dispare antes del show, pero a veces lo hago para darme inspiración, ¿sabes? Sobre todo cuando enfrento a un público difícil, y te imaginarás que esto de conquistar a las tropas no es cualquier cosa...
- Quiero decir... – el subalterno duda un momento. No quiere herir susceptibilidades. – No puedo creer que el comandante los haya enviado a ustedes a entretener al batallón.
- Ey, ey, a no juzgar un libro por su lomo. – Dice divertido el aceitoso dando una rápida vuelta sacudiendo la cola. – Nosotros podemos entretener a quien sea. Deberías habernos visto en la primera invasión a Irak... ¡Éramos el rayo y el relámpago de la tormenta del desierto, sí! ¡Nosotros humedecimos el desierto, bebé, hicimos que esos “patriots” dieran justo en el blanco, si entiendes lo que quiero decir! ¿No es así, Pete?
Su compañero sigue temblando, nervioso.
- Bueno... es que en ese entonces yo trabajaba con otro amigo, el bueno de Mike.
- ¿Qué fue de él? – pregunta el subalterno, de repente curioso.
- Se terminó encariñando mucho con las tropas y acabó como carne de cañón.
- Creo que no quiero saber más de Mike.
Alguien grita desde el escenario, escaleras arriba:
- Ey Bob, ¿qué ocurre? ¡Los muchachos están que arden!
El subalterno duda un momento.
- Eeeeh... ya están listos...
- ¿Listos? ¿Cómo que están listos? ¿Quiénes? – inquiere la voz visiblemente (¿sonoramente?) confundida.
- ¡Los preparativos! – se apura a explicar Bob. - ¡Para el show!
- Oh, bien. Vamos, envíalos al escenario de una buena vez.
El subalterno suspira con preocupación. El stripper aceitoso da saltitos como entrando en calor, a veces cambia el movimiento por una especie de cabalgata en el lugar sobre un caballo invisible. Al menos Bob quiere pensar que es un caballo lo que pretende montar.
- Miren, voy a ser franco con ustedes... – comienza a explicar, pero el aceitoso lo interrumpe enseguida, con una sonrisa retorcida en el rostro.
- Ay, otro militar juguetón, ji ji. Siempre les gusta jugar a ser Hitler, Stalin, Napoleón.... Pero ahora no, Bob, ¡ahora nos esperan!
- No, no entiendes. De eso quiero hablarles. Ustedes no son lo que la tropa espera.
- ¡ESO ES LO QUE YO DIGO! – estalla finalmente Mike, todavía temblando pero finalmente con algo de alivio.
- Oh, Pete, ya lo hemos discutido... – dice algo cansado el aceitoso.
El subalterno aprovecha la división interna para atacar.
- Pero escuche a su compañero, por favor. – dice casi rogando. – A estos soldados les han prometido un show caliente, algo que les haga olvidar el horror de la guerra...
Apenas dicha las palabras, el subalterno sabe que no se ha expresado con toda la claridad que la situación requiere.
- ¡Y eso es exactamente lo que somos! – exclama el aceitoso.
- ¡Pero ellos esperan mujeres! – decide el subalterno ser lo más concreto posible. - ¡Esto es el ejército! ¡Quieren mujeres! ¡Tetas, culos, conchas! ¡Gordas, raquíticas, torpes, narigonas, operadas, desparramadas, como quiera que sean, pero MU-JE-RES!
De sólo decir todo eso casi se siente excitado. Eso no debe ser normal, piensa el subalterno, pero no tiene tiempo para preocuparse por ello.
- Ay, ay... – susurra negando con la cabeza el aceitoso, casi paternalmente. - ¿Cuándo madurará el ejército, amigo mío? ¿Cuánto tiempo seguirán negando el futuro que se acerca a pasos agigantados e inevitables?
- ¿De qué demonios está hablando?
- Justamente, los demonios en los que aún creen, queridos míos. La homofobia militar ya fue, Bob. El Comandante lo ha entendido tan fácilmente. Es hora de crecer, de encontrar la forma definitiva de estrechar... jeje... los vínculos ... dentro de cada tropa.
- ¿El comandante planeó esto?
- No, no, el comandante tan sólo está al tanto, y se ha mostrado que entusiasta al respecto. Échale una mirada a la provisión de manteca en su heladera si no me crees. ¿Crees que hay tanto pan en todo medio oriente? Pero no, el plan viene de las más altas cúpulas, querido Bob. El Gobierno de nuestro país está cansado de tanto prejuicio y quiere promover una importante apertura en el ejército. Basta de machismo, chauvinismo, abismos, sismos... para hacer bien la guerra, ¡hay que hacer bien el amor! ¡Y que no haya mujeres a mano ya no será un impedimento!
- Pero.... los shows de mujeres... Britney, Christina, Cher eeeeh, Britney….
- Oh, vamos, Bob. ¿De veras crees que eso ayuda? ¿Cómo se sienten los soldados una vez que se baja el telón y se quedan solos, llenos de deseo incumplido? Hemos desmoralizado a nuestras tropas por décadas, ¿pero qué tal si toda esa energía que acaba – casi literalmente – de forma solitaria se convirtiera en un lazo que una a los soldados?
- Bueno... yo...
- Pronto comprenderás, Bob. Ahora... relájate y goza.
El aceitoso vuelve a levantar su arma y se da un nuevo baño de aceite. Mike le pone una mano en el hombro con cara de hijo pródigo, y recibe también a cambio un breve disparo de aceite. Los dientes de los hombres brillan en intraducibles sonrisas.
Con gracia y firmeza suben las escaleras hacia el escenario al tiempo que una música dance a toda máquina empieza a sonar. El subalterno se asoma a la escalera, espiando el show. Primero no se oye más que la música, pero pronto empiezan a hacerse sonar algunos aplausos, primero tímidos. Luego gritos. Algunas voces empiezan a cantar al son de la música. Chiflidos.
Bob mismo empieza a sacudir sus caderas al ritmo. Junto a él pasa un soldado cargando unas cajas. Bob no puede evitar echarle una mirada lasciva.

Publicadas portinch a la/s 11:29 p.m.  

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