Me re-cabe el arte

Hace unas semanas estaba chusmeando en la web www.IMDB.com, la mayor base de datos del cine online, sobre películas basadas en escritos de J.D. Salinger. Dando vueltas por ahí me encuentro con una versión del Guardián en el Centeno de un tal Nigel Tomm, que resulta ser... más de 70 minutos de pantalla azul sin sonido. Parece que este señor es un artista re, re loco, que ya lleva hechas varias... películas, digamos, con esta idea de adaptación a la nada. La verdad es que a esta altura de mi ignorancia, la polémica sobre si es arte, si es provocación, si es un afano, una genialidad, una broma o una brillante ocurrencia no me interesa, porque en todo caso no es un afano, una obra de arte, una provocación, una genialidad, una ocurrencia o una broma que haya hecho yo, que sí me intereso y mucho. Un poco por amor propio que es saludable, otro tanto por egocéntrico incurable y arrogante.
Entonces la razón de este relato es que el hallazgo del Nigel Tomm me recordó prontamente un viejo escrito que había hecho en su momento pensando en presentar alguna vez para alguna revista. La idea era recrear falsas reseñas o comentarios de la historia del cine. Y la primera idea que escribí era sobre un tipo que escribía una crítica sobre un video en blanco que recibía. Sólo pantalla negra y silencio. Recuperado de hace unos 8 años, con un mínimo maquillaje para salvar ciertas construcciones algo oxidadas, y con el espíritu evocativo de la nostalgia compartida, he aquí aquel viejo texto, inédito hasta hoy.


(Sobre Nigel Tomm:
Información en imdb.com: http://www.imdb.com/title/tt1206286/ Nigel Tomm

Si querés comprar la película: http://www.amazon.com/Catcher-Rye-Nigel-Tomm/dp/B0014A889U/
El trailer, imperdible: http://es.youtube.com/watch?v=QgUbuxkRvrc)

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El 17 de junio de 1989 la revista Humanidad publicó en su sección de cine una crítica del periodista Rómulo Gasparini sobre la película El Angel Desterrado de Jean Francôis Bolanté. Lo peculiar de esta reseña fue que Rómulo en realidad nunca había visto la película que comentaba. Claro, esto de por sí no resulta algo tan poco común en el ambiente, como muchos se imaginarán.

Lo realmente extraño fue que Rómulo actuó de absoluta buena fe, convencido de que estaba efectivamente reseñando la película. Los hechos ocurrieron de la siguiente manera: el periodista debía recibir un videocasete con el último largometraje del director francés pero la distribuidora le entregó por error una cinta completamente vacía. Ciento veinte minutos de pantalla negra y silencio absoluto. Cuando el periodista se encontró con esta visión en la pantalla de su televisor se acomodó en su sillón y con la mejor actitud se dispuso a ver lo que entendió como una sensacional transgresión revolucionaria en la historia del cine. Si alguna vez se le ocurrió consultar a la distribuidora por el posible error o acaso reclamar, lo cierto fue que pudo más su temor a estar equivocado y el riesgo de ser visto como un ignorante. Fue recién varias semanas después que el hecho salió a la luz cuando Rómulo devolvió el casete y a un cadete de la editorial se le ocurrió probarlo.

Queda para cada individuo resolver el misterio acerca de si Rómulo realmente sintió y apreció todo lo que se lee en su reseña o si fue tan sólo un discurso inspirado para salir airoso de aquella extraña situación.


BIENVENIDOS AL NUEVO CINE, tituló Gasparini su reseña.

“Espectadores de mentes chatas, de imaginaciones dormidas, aquellos que precisan de historias masticadas y refritas para salir satisfechos del cine; quienes exigen caras reconocibles – o al menos gestos interpretables - y melodías conmovedoras para identificarse con un personaje, para reconocer el momento adecuado para cada emoción: todos ustedes, eviten a cualquier costo la contemplación de esta joya del cine francés.

Jean Francôis Bolanté nos entrega una invitación única para elevarnos en esta nueva ola que en Europa comienza ya a identificarse como el Manque-au-cuarrismo, una expresión que literalmente podría traducirse como ausencia-al-cuadradismo. Enfrentarse a El Angel Desterrado es ubicarse de frente a un espejo oscuro, frenético, una vidriera de los propios sentidos, de la mediocridad. La doble negación a la que alude el nombre de esta nueva corriente - dos veces la ausencia – tiene por resultado una afirmación contundente, una presencia tan poderosa en la mente del espectador que ninguna imagen jamás podría igualarla en la pantalla. Observar esta obra es decirle sí a Bolanté y su arte, es gritarle sí al progreso, a las emociones ocultas, es lanzarse a bucear entre-líneas, o incluso más, en el interior de una gran línea oscura que todo lo cubre. Es entonces, en definitiva, una virtuosa re-formulación de lo que llamamos comunmente la magia del cine.

Apenas comenzado El Ángel Desterrado debe uno desnudarse de todas las normas preestablecidas, deshacerse de las expectativas típicas de cualquier film. No hay allí títulos para reconocer el comienzo de la historia, no hay presentación alguna para los personajes, para la trama. La pantalla nos devuelve la nada como una sombra de la increíble historia que se va gestando detrás de bambalinas, detrás de las cámaras, por debajo de las estructuras habituales. Comienza la re-escritura del lenguaje por Bolanté: Uno sabe que está viendo El Angel Desterrado, ¿hace falta entonces que se llene la pantalla con palabras anunciándolo?

A partir de este punto nuestra imaginación comienza a correr junto con la cinta que avanza despertando todo tipo de sensaciones en el espectador dispuesto a la experiencia que el director francés nos propone. La presencia – o más bien deberíamos decir la ausencia – de la hermosa Lucianne Plastique en el elenco es sin dudas una elección astuta del director que sabe lo que la sola mención de esta fabulosa actriz en una gacetilla puede provocar en el público, sobre todo el masculino. Evocar todo aquello que Lucianne Plastique despliega fuera de nuestra vista es un desafío – con tan placenteros resultados para el espectador más atrevido - que uno no puede dejar pasar. De manera tal que lo que en principio consideramos un telón destinado a cegar nuestras miradas en realidad no es otra cosa que una ventana a nuestro interior e indiscutiblemente al mejor trabajo de esta joven actriz hasta el momento. La sola mención de su nombre opaca al resto del elenco que de todas maneras no desentona en su invisible performance.

La banda sonora es otro gran acierto de Bolanté, aunque probablemente no logre el mismo efecto en una sala de cine cerrada que en la comodidad del hogar donde entran en juego otros efectos. Es que una vez más El Ángel Desterrado destroza las reglas y nos entrega un silencio en el que los sonidos del mundo real – sobre todos los nuestros, la respiración, el ruido del cuero al reacomodarnos en el asiento, los dientes entrechocándose nerviosos, un gruñido estomacal - se convierten en el mejor acompañamiento para la hipnótica imagen. Es inexplicable la fascinación al notar como el rugir del caño roto perteneciente a la motocicleta de la Pizzería de enfrente se hace notar en el momento justo donde la tensión de la historia se está desatando hasta alcanzar lo que tal vez sea el clímax.

Es cierto que promediando la película la experiencia se vuelve algo tediosa y la atención puede acaso menguar levemente al dejarse vencer uno por la espera de algo más. Pero es entonces cuando el hallazgo alcanza su punto máximo: es la propia impaciencia la que le brinda nuevo goce a la película, la mente nuevamente disparada y recargada en preguntas y ansiedad, que nos vuelve a atrapar y colocar de lleno en el centro de la historia que estamos – o no - presenciando. No tardaremos en notar que el final se acerca y la emoción comenzará a elevarnos, ya no sólo como producto del largometraje que estamos contemplando, sino también por la satisfacción de haber salido airosos de semejante reto. Se reconstruye entonces ese mundo genial que vivimos al comienzo de la película, ese impactante parque de diversiones que la oscura y exacta fotografía de Pierre Mensonge ha ayudado a construir durante ciento veinte esperanzadores minutos.

El Ángel Desterrado es entonces una historia que en su inabarcable e inexpugnable negrura encierra y da forma a una brillante experiencia audiovisual. Un viaje al auto-conocimiento, sin mensajes fáciles, sin moralejas edulcoradas. Dura y única, irrepetible, una película imperdible para todo aquel dispuesto a lanzarse al sombrío pozo de la propia humanidad. Una apuesta difícil, revolucionaria, para odiar o para amar, o tal vez para poder decir al menos con el pecho inflado: “yo la vi”. Pero en cualquier caso, una experiencia que jamás lo dejará indiferente..
Y eso es en definitiva, señoras y señores, de lo que se trata el arte.”


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Publicadas portinch a la/s 2:35 a.m.  

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