más del cuadernito ese desprolijo

Grito al aire detenido, no anuncio más destino que el tropiezo.

El charco al borde de ser lágrima y despedida me escucha y se desentiende. Nunca supo de muros.
Pero yo me hice experto en poblarme de anzuelos.


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Te encontré dormida en la arena. Mi incredulidad te despertó, y me miraste un largo rato, como reconociendo con cuidado a quien nunca más volverá a ser un completo extraño.

Luego supe tu historia:

Durante horas, como nunca antes, estrechaste la noche, apretándole el horizonte con tus dedos como fortalezas hasta sacarle un sol.

En ese mismo instante el cansancio bajó tus párpados sobre las lágrimas de tu propio amanecer.
Y soñaste vidas enteras.

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Publicadas portinch a la/s 11:18 p.m.  

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