Un rato de insomnio en la lluvia

I.

Tu recuerdo faro
boca espuma
mano escollera
piernas coral
voz de marea

el miedo es puerto.



II.

Diminutos, atómicos, ridículos estallidos
Cada gota invadiendo el vacío
kamikazes del cielo
compiten por el orgullo del viento
buceando el aire terrible,
partiendo el seco encanto

y antes de estrellarse
reflejan el rostro del destino
la mueca feliz de una niña
que no aprendió
a sonreír bajo la lluvia

mientras tanto
yo entierro mi herida.



III.

No me esperes
no viajo en esa dirección
no busco esos caminos
La bruma que respiro
me vuelca en otros planes
de tramas envueltas
riesgos enfrascados
noches con retorno
tal vez incluso de pasos en falso
en corto

No me busques
no ocupo estos rincones
disperso entre las sombras
mastico los recuerdos
y me abrazo a cada puerta
que se abra
sin la llave del presagio

Y si el miedo es puerto
lejos de la costa
cuando ya me hayas perdido
tal vez
podamos encontrarnos
y arriar al fin
esta distancia

Publicadas portinch a la/s 3:24 p.m. 1 comentarios  

Mis trece libros del 2010

Inspirado por la última entrada hasta el momento en el blog de mi amigo Nicolás (nataniel.blogdrive.com) donde arma un listado de los 13 libros que leyó a lo largo del ahora último año, se me ocurrió hacer mi propia lista. Pero claro, este año que - ahora - acaba de terminar no leí casi nada, así que en este caso todo lo que puedo escribir es el imponderable y prescindible listado de los 13 libros que en una de esas podría haber leído pero no lo leí en el 2010 (o que quizás sí que leí en un universo paralelo pero en este laverdaquenó).


1. Donde viven los monstruos, de Maurice Sendak. Uno que me había llamado la atención hace años, y la atención se despertó de nuevo por el tema de la adaptación cinematográfica, pero... eeeh... bueno, al final vi la película y ya. Seguramente el libro es mejor, pero no puedo permitirle a una sola historia dos decepciones.

2. La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, de Stieg Larsson. Parece que ahora los novelistas escandinavos son junto con algunos japoneses el boom del momento, y este viene medio a tope de la ola, incluso con pelis y todo. Pero acá ni leí el libro porque no se me cruzó en el camino y son medio caros y la peli tampoco la vi pero ojo, el título del libro me parece que está bueno, aunque se siente bastante snob.

3. Tokio Blues, de Haruki Murakami. Parece que ahora los novelistas japoneses son junto con algunos escandinavos el boom del momento, y este... bueno, hasta donde sé de este no hay peli, y una amiga lo tenía y recomendaba, y me dan ganas de leer algo de prosa del japón, pero como que no se dio.

4. Ferdydurke, de Witold Gombrowicz. Un amigo me lo regaló hace unos años, y este año me preguntó si lo había leído, le confesé que no y me puteó, así que pensé que bien podía ser lo próximo que leyera.

5. La divina comedia, de Dante Alighieri. Si todos los años hiciera esta lista seguramente sería como esos hits que siempre sobreviven en el ranking, porque es un libro que siempre se me cruza como "Uh, debería leerlo de una vez ese libro, tan clásico que es, aunque sea para sentirme un poco más culto".

6. El cuchillo, de Patricia Highsmith. Si el orden del listado fuese por nivel de probabilidad este título debería estar bien arriba, porque es uno que tengo ahí en casa de la colección Club del misterio y como no parece muy largo varias veces se me ocurre que es uno que podría encarar casi al vuelo. Como la divina comedia, es otro que desde ese lugar constante se mantiene en el ranking hace por lo menos 3 años.

7. El nombre del mundo es bosque, de Ursula K. Leguin. El flaco de la librería que es muy buena onda y siempre me recomienda libros se enteró que me había encantado "Los desposeídos" de Leguin y me ofreció prestarme este otro que hace tiempo no se reedita acá. Le dije que por ahora (en ese entonces) no gracias porque no lo iba a leer en el momento porque estaba con otras cosas que yo qué sé qué eran y no me gusta tener libros prestados ahí juntando polvo en un rincón. Este va a tener revancha seguro, o por lo menos ya tiene ganado un lugar en el ranking del año próximo porque leí hace poco otro de Leguin y también me encantó así que voy a tener que conseguir el mundo es bosque de alguna forma.

8. Razones locas, de Guilherme de Alencar Pinto. Es una biografía del admiradísimo Eduardo Mateo que no sabía que existía hasta noviembre masomenos que una amiga lo tenía y en su momento no lo pude pedir prestado pero bueno, quizás en otra oportunidad.

9. Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift. Lo vi en su idioma original en una librería cuando buscaba un buen regalo para dar en navidad, un amigo me lo recomendó y casi me lo compro para leerlo yo, pero al final no.

10. 9 cuentos, de J. D. Salinger. Lo vi en una librería y me lo quise llevar pero pregunté el precio y estaba caro.

11. Esculpir en el tiempo, de Andrei Tarkovski. A este le leí varias páginas incluso, convencido de que era un libro que tenía mucho para darme, en plan lectura y en plan concreto de aprendizaje narrativo. El tema es que tras lo poco leído se me ocurrió que era buena idea ver primero alguna o incluso algunas películas de las que hizo Tarkovski antes de encarar seriamente su libro.

12. Un título que no recuerdo, de Leónidas Lamborghini. Vi el libro y casi lo compro pero pronto me avivé que era Leónidas y no Osvaldo que es el que me hubiese comprado porque leí hace un tiempo unos cuentos suyos que eran espectaculares.

13. Lonely Planet de New York. En un momento apareció la idea de viajar a EE.UU. y no hubiese sido tan raro que intentara conseguirme prestado de algún lado este libro. La idea quedó rápidamente descartada, no estuve ni cerca de viajar y el asunto quedó en una posibilidad remotísima, lo cual alcanza y sobra para quedar muy por delante dentro de probabilidad de lectura que, por decir algo, Germinal, de Emile Zola, que ni se me cruzó por la cabeza en la vida.



Publicadas portinch a la/s 2:12 p.m. 5 comentarios  

Tod y Toby

(Revisando el blog encontré entre los borradores de entradas esto que había escrito a principios del 2008. Creo que no lo subí porque pensaba revisarlo y profundizar y decir unas cosas tremendas sobre el tema, pero... bueno, soy yo. Y podía decir esto y ya.)

Escribiendo recién en el fotolog de oye_la_mar me acordaba de Dumbo a raíz de un comentario plumense. (¿plumífero? ¡de plumas y ya!).
Deben haber pasado más de 20 años desde la última vez que vi esa película. ¿Qué me pasará ahora? Me da curiosiad. Hace un año me había bajado otro clásico que adoraba de chico: El zorro y el sabueso. Se lo dejé para ver a una amiga que estaba con su hijo en casa de visita y después me contó que la sacaron porque era muy triste. Sí, yo de eso me acordaba. Y la verdad, de poco más.
Ahora, iba a dar rienda suelta a la nostalgia y comentar otros dibujos de estos que te quedan grabados. Ah, e iba a decir que igual sé que hay películas que envejecen muy bien. Al menos para mi. Me pasó hace unos años de prestarle "El cristal encantado" a una amiga que la recordaba como maravillosa y que a los 2 minutos la sacó porque sentía que le estaba arruinando el recuerdo lindo que tenía, je. Yo en cambio esa la puedo ver una y mil veces y no deja de sorprenderme. Además, tiene un ritmo lento, unos detalles pocos cuadrados para una peli infantil, que me hacen sentir una especie de orgullo retroactivo por haber podido disfrutarla tanto tanto de chico.
Pero justo cuando escribía al final del primer párrafo lo de recordar lo triste que era me acordé de otra cosa. La semana pasada estábamos grabando para un programa unas entrevistas a gente en la calle sobre cine. Preguntando cosas clásicas, "peli favorita, cuál viste más veces, cuál lamentás haber visto, con cuál lloraste más", y así. El tema es que en un momento me llamó la atención que en general la favorita iba a la par de la que más nos había hecho llorar.
Estoy diciendo algo medio obvio, alguna vez pensaba en eso de que en todo caso para identificarnos siempre es un buen punto de encuentro la tristeza, como en las canciones, que la mayoría de las veces parece que va a pegar más una de lamentos que una de celebración.
Pero bueno.
Otro día sigo, ahora quiero terminar el jueguito puto de Cthulhu que ya estoy en la huida final.

La tristeza está bien.
(nota actual: acá decía "texto de Dolina", que hacía referencia a este: http://enumerando.blogspot.com/2009/02/instrucciones-para-abrir-el-paquete-de.html).

Pero también llega un momento en que me cansa. Me gusta, admiro el que puede rescatar lo otro. Sin ser obvio, contar una alegría en serio. Transmitir una felicidad. Pienso en Aprile de Moreti con mucha fuerza, y hasta me acuerdo de su "La habitación del hijo", donde en medio de la tristeza tremenda que recorre todo hay al final un asomarse a algo de la vida que a mi se me hizo íntimamente celebratorio. Quizás tenga que verla de nuevo y esté diciendo pavadas.

Pero eso. Me gusta la tristeza bien entendida. Pero si van a ser fáciles y baratos, prefiero una alegría de verano, una canción tonta bailable a una que pretende transmitir algo de tristeza y sólo me habla de lagrimitas y amores que se fueron.

Publicadas portinch a la/s 11:48 a.m. 0 comentarios