Para reflexionar


(Idea original de Gonzalitus)


Publicadas portinch a la/s 9:52 a.m. 0 comentarios  

¿Adónde van?

Quizás no seas un tema menor.

Situación: Yo me mancho el dedo mayor con, digamos, tinta. "Tinta", decimos todos al unísono, obedientes. Bien. Entonces presuroso procedo a chuparme el pulgar de la misma mano para dejarlo humedecido y entonces frotarlo con avidez sobre la superfiecie manchada. De a poco la mancha tiende a desaparecer, todo parece encaminarse a un final feliz, pero entonces miro el pulgar... ¡zas! Ahora él ha quedado todo ennegrecido. El asunto es el siguiente, si yo sigo frotando y frotando llega un momento en que la tinta acaba casi por borrarse y en los dedos casi no quedan rastros de la negrura pasada. Ahí entra en juego mi gran pregunta gran: ¿A dónde va la tinta cuando la limpio? ¿A base de fricción se hace transparente? ¿Se evapora por el calor? ¿Si fuera así por qué no mancha el aire el vapor de tinta negra? ¿Eh? ¿EH?


Por favor, no se enojen si dejan una respuesta muy concisa y parezco no darles mucha bola.

Es que estoy chocho con mi pregunta.


Publicadas portinch a la/s 2:28 p.m. 0 comentarios  

Inventando el idioma

Siempre me sorprendió esa cuestión de que uno llega a esta cosa de la vida sin idioma encima. De escuchar, de aprender, de ver, vamos tomando el (o los) que nos rodean como si fuese cosa nomás de vestir siempre las mismas medias hasta que se nos quedan pegadas y ya son como parte de las piernas.
Me pregunto cómo se sentiría ese momento en que manejábamos un vocabulario mínimo pero igual creíamos o intentábamos entender todo. ¿No hay un punto de esa evolución en que nos tirábamos un lance tras otro para ir dándole sentido a todo eso - tanto tanto - que todavía no nos habían enseñado?
Por ejemplo, "al que nace barrigón es al ñudo que lo fajen". De chiquito siempre pensé que que ese fajar venía nomás de cagar a bifes, y que entonces por lo dura que era la vida del obeso en el colegio lo de "al ñudo" debía ser una forma de decir que era una fija. En definitiva, cuando sos de una manera ¡zas!, tu vida va a ser consecuencia lógica de eso, más allá de la justicia y el honor.
Muchos, muchos años después me enteré que "al ñudo" es simplemente "al pedo", y que todo el refrán este viene nomás porque al gordito por más fajas que le pongan gordito sigue siendo.

Cuando una palabra va transformando o agregándose un nuevo significado con el tiempo ¿no será que en la Real Academia Mundial de los Idiomas del Universo hay una habitación llena de niños dedicados a sugerir qué entienden por cada palabra que se les dice? Y si a alguien le gusta lo que se le ocurrió a uno de los chiquitos ("¡Los Pitufos son una masa!") ahí salen corriendo a ponerlo en práctica hasta que se esparce como reguero de pólvora.

¿Qué tendrán para decir mis primitos de un "reguero"?

Cuéntame, casual visitante, alguna confusión lingüística de tu niñez.


Publicadas portinch a la/s 10:29 a.m. 0 comentarios  

Más vale mediocre que totalmente pastel

Basta de derrotas desmesuradas y triunfos inolvidables. Abracemos por un momento el sensato y siempre calmo bienestar del momento promedio. Sin medallas de oro, sin dramas lacrimógenos. Sonrisas de satisfacción, lágrimas como delicadas escupidas de veneno, y esa sensación de acomodarse en el sillón hecho exactamente a nuestra medida.

Puede sonar fácil, simplón, hasta mediocre.

¿Y?




Publicadas portinch a la/s 1:00 p.m. 0 comentarios  

El final

Todo final es un comienzo y viceversa, ¿o no?

Así que acá estoy, poniendo con este post fin a tanto tiempo de disquisición "ay qué lindo hacer un blog, ay sobre qué, ay que no sé qué nombre ponerle, ay ay ay". Le pongo fin a mi no tener un blog. Le pongo fin a el vuestro no leerme en un blog. Le pongo fin a la ausencia de esta pared.

Y ahora, a pintarla.

fium!

PD: Esto fue algo que escribí en febrero, pensando en que iba a sacar mi blog e iba a poder postear la pavada que se me ocurriera. Ehp. Otro final para su espera.

"Hay lugares donde se puede sentir la lluvia que viene antes de encontrar una sola nube en el cielo. Sólo hay que estar atento, saber dónde mirar con cuidado y sobre todo, reconocer el aroma que anuncia la tormenta. En los subtes la gente puede presentir el clima. Perdido en el tedio de los viajes de ida y vuelta, el aire pegajoso y las lecciones y noticias entrecortadas de los televisores, podrías encontrar rastros de un inefable pronóstico del tiempo. Está en los ojos de la gente. En el que no levanta los ojos de su revista, temeroso de enfrentar la conciencia de que no está dejándole el asiento a un hombre mayor. En la señora que corre y empuja a la caza del asiento que acaba de quedar libre. En los ojos que siguen de cerca el cartel que adivina la próxima estación. El asunto es que llevamos años aprendiendo a ignorar. Preferimos esperar a subir las escaleras para descubrir lo que espera en la superficie. Sol, sombra, viento, agua. ¿Para qué querríamos conocer estas cosas por adelantado si de todas formas van a estar ahí? Es mejor perderse en el sueño de los túneles, aislarnos entre puertas y escaleras. Cuando llueve en Buenos Aires las calles se pintan coloniales. El microcentro se vacía, el cielo juega a la noche, los paraguas molestan bajo los balcones, y cada vez menos gente se anima a mirar la lluvia de frente. Otros se inundan, pero no los ojos, no la ropa, no la poesía empapada. Hay que saber dormir con cada gota de lluvia teniendo su momento epifánico de muerte baterista contra una chapa. Eso, y tirado junto a una gran ventana dispuesta a iluminar todas las paredes. Lo digo porque sé pocas cosas, pero esta es una que no quiero olvidar: no dejar pasar una sola lluvia. Mojarse siempre, una pestaña, un sombrero, un vidrio, un manubrio, los cordones, por lo menos la vista. Se acercan grandes tormentas. El cielo puede estar despejado. Pero si mirás con atención, si te animás a leer algo más que las publicidades en el subte, puede que lo notes. El año está empezando, y ya hubo suficientes vacaciones para el asfalto nuestro de cada día. "

Publicadas portinch a la/s 2:56 p.m. 0 comentarios