Intervalo

Después de las últimas dos entradas la gente pide a gritos un nuevo despliegue cómico de Bulimia y Anorexia.

Pero no va a poder ser. Vienen de una semana muy agotadora y está empezando a flaquearles las fuerzas.






PD Extra: Es como un relato del making off de este post tan pero tan tonto. Quizás sirve para destontarlo un poco. Cuando estaba escribiendo esta ingeniosa entrada, me agarró la duda: ¿se dice de verdad "flaquear las fuerzas"? Como ante cualquier duda de la vida, goglié. Efectivamente, la expresión es así, confirmé. Pero hablando de confirmación, lo que más me llamó la atención es que de las páginas aparecidas tras la búsqueda la mayoría eran de sitios religiosos.

Curioso, ¿no? Ahora sí que valió la pena el post.

Publicadas portinch a la/s 2:07 a.m. 0 comentarios  

Intróito

¡Ja!

Estaba revisando unas carpetas viejas llenas de textos de todo tipo, y en eso abro un NOCHE FINAL.DOC y leo:

"Cuando sentimos que la noche terminaba de cubrirnos, ya todo estaba perdido.

Laura ya no me mira. Sabe que en cualquier momento puede echarme un vistazo y no encontrar nada familiar en mi. Ya entendió que el destino de ambos concluirá en unas horas.
Yo en cambio no puedo dejar de observarla. Buscando todavía algún rastro de mí en su cuerpo. Tendría que existir algo ahí. Uno debería dejar algún tipo de huella en las personas que ama. Una señal que nos detuviera automáticamente, sin importar la situación, antes de lastimarlas.

No encontré nada.

A veces el vacío es todo lo que nos une a ciertas personas.

Y mi historia comienza en el mismo lugar en que está por acabar.

En un oscuro y absoluto silencio."


¡Y me gustó! Y seguí leyendo, y estaba bueno. Pero es algo apenas empezado, son un par de páginas nomás. No consigo recordar hacia dónde iba. Casi hasta dudaría de que sea mío sino fuese por un par de detalles que hay más adelante y el hecho de que esté incompleto.

¡JA!


PD: ¿Alguien se anima a proponer argumentos?

Publicadas portinch a la/s 1:48 a.m. 0 comentarios  

Aviones, océanos, hogares


Tengo una amiga que se llama Jade. Vive en EE.UU., en el estado de Nueva York, al norte, donde hay mucha nieve en el invierno y también hay muchos árboles. Cada tanto puede contarme cosas como que encontró un arroyo que no había visto antes, que se metió en un bosque por primera vez o que tal día aparecieron tres venados caminando por su patio.

Charlar con Jade, generalmente vía mail, muy cada tanto por teléfono, es como conversar con el personaje de un cuento que me gustaría haber escrito. Hace poco se largó a escribir y me decía:

"Probé un juego. Metí diferentes objetos en una ecuación. La pregunta era, ¿cómo me siento acerca de algo de acuerdo con su permanencia? ¿O la falta de?Por ejemplo, mi familia se siente fragil pero segura, en el sentido de que es algo que probablemente va a estar ahí una buena parte de mi vida salvo que haya algún accidente raro. Así que puedo estar mucho tiempo sin verlos, pero cuanto más vivo, más complicado se hace darlos por sentado.Mi gata es mucho más conmovedora. Ya vivió unos tres cuartos de su vida, así que cada experiencia con ella es valiosa. Sé que es una gata salvaje, y cualquier día puede ser el último que juegue con ella."

En mi balcón hay muchas plantas que son de un vecino que se mudó. El portero me pidió dejarlas en el balcón hasta que las puedan venir a buscar. Cuando las trajeron fue justo una semana muy lluviosa y no tuve que preocuparme por regarlas. Hace poco las empecé a ver amarillas, secándose, y cuando me crucé con el portero les pregunté si al final las iban a dejar acá como ya suponía. Me dijo que no, que uno de estos días van a venir a buscarlas. Esa misma noche las regué todas. Lo sigo haciendo desde entonces.

Esa misma noche en que regué las plantas fue la última noche que vi a mi amigo Nicolás antes que volara de vuelta a Alemania donde está su vida en este momento.

Hoy voló hacia España mi amiga Gala, siempre cargando tantos hogares en las manos.

Releyendo el mail de Jade, pensaba en los tiempos, las permanencias, esas seguridades que no existen. Atesorar cariños con la seguridad del párpado que ya ni necesita pensar: cuando abra los ojos nuevamente, todo va a seguir ahí.

Todo parece tender hacia la búsqueda de equilibrios. Construir espacios firmes aunque no lo sean, piedras en el arroyo donde pisar, troncos flotantes donde al menos detenerse un rato para un nuevo impulso. Como una entropía en miniatura, hay un movimiento permanente. Los afectos, los proyectos, los compromisos, sirven de dirección, puntos cardinales, plataformas de lanzamiento. El resto es un salto y malabarismo puro.

Hay momentos en que tenemos algo realmente en las manos, masomenos firme, palpable. Pero son segundos. Apenas un instante antes de que vuelvan al aire, a donde pertenecen.

Nos queda acompañarlos en su propio vuelo, buscar seguirlos en su propia dirección, su propio salto. Atesorarlos con la mirada, aunque ciega, en el silencio.

Publicadas portinch a la/s 1:29 a.m. 0 comentarios