Pequeña, vieja chotez

(hay que vaciar todo el año viejo)

Suicidio de un ratito

mi mirada crece
ya casi no respiro
te soy sincero, me parece
a esta altura me merezco un tiro

ya se acercan los disparos
cuántas balas entran en mi frente
en dos segundos me preparo
soy tan eficiente

despacito le saco el seguro
en un segundo voy a ser
otra mancha sobre el muro

un ladrillo más en la pared

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Fiestas, pin pan pun

A veces parece
que estamos en el centro de la fiesta
Sin embargo
en el centro de la fiesta no hay nadie
En el centro de la fiesta está el vacío
Pero en el centro del vacío hay otra fiesta

(Roberto Juarroz)


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Los Esmélicats

Así es. No sé tocar bien la guitarra. Nadie me acompaña cuando toco. Pero mi grupo se va a llamar Los Esmélicats.

Yo sé que por lo menos a mi mamá le va a gustar.


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¿Cómo caen los chorlitos?

Me pregunté en mi afán curioseante qué sería aquello de que uno cae como un chorlito. La respuesta era bastante simple y obvia: parece que los Chorlitos son estos pajaritos que se los ve medios torpes, patas largas, cuerpo no armónico, y para colmo se le da por hacer sus nidos en el suelo así que los bichos se le comen siempre los huevos. No siempre siempre, sino no quedarían más, y nadie se caería como ellos.

Así que por eso uno es cabeza de chorlito, y se cae también como un chorlito.


Como yo, la gran pucha, caen como yo.

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Educando al soberano

Una vez me dijeron que no era lo mismo rebalsar que rebasar. Que uno era cuando en un vaso el líquido llega hasta el bordecito y otro cuando ya se supera el límite y plin plin se chorrea.
Por suerte, Internet y el Mono Loco están aquí para iluminar nuestros destinos lingüísticos:

Según la www.rae.es:

rebalsar.
1. tr. Detener y recoger el agua u otro líquido, de suerte que haga balsa. U. m. c. intr. y c. prnl.
2. tr. Arg. rebasar.
3. intr. C. Rica y El Salv. Dicho de un líquido: rebosar (derramarse por encima de los bordes).
4. intr. El Salv. Dicho de una cosa: Abundar en demasía.

rebasar.
1. tr. Pasar o exceder de cierto límite.
2. tr. En una marcha, progresión, etc., dejar atrás, adelantar.
3. tr. Mar. Pasar, navegando, más allá de un buque, cabo, escollo u otro cualquier estorbo o peligro.

Según la primera definición de rebalsar parece que efectivamente habla de ese estado crítico de un vaso lleno a punto de derramarse. Pero enseguida vemos que para los argentinos es lo mismo, es. Qué cosa, che.


Yo esperaba mostrarles lo curioso de la diferencia entre ambas palabras; ante el fracaso aleccionador les tiro un tip idiomático re loco: una palabra ideal para recordar, guardar y utilizar a cada rato.

Repantigarse:
repanchigarse o repanchingarse.
(De re- y pancho).
1. prnl. Arrellanarse en el asiento y extenderse para mayor comodidad.

A mi personalmente me gusta más la versión repanTigadora.


Y otra: "Flanneur", que esta tiene una onda maremótica, se los digo así. Un flanneur es un loco lindo que anda vagando por ahí, una mezcla entre turista y merodeador, cacique de las calles desconocidas, explorador del día a día.

Listo, siento que he cultivado vuestros bellos jardines. Ahora id y multiplicaos.

(dijo Dios y del apéndice izquierdo de Adán creó una calculadora)



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Yo soñé con John Lennon

Que no es algo que me pase generalmente. Soñar con famosos, digo.
Al principio todo iba normal, jugando en una casa con amigos, nos corríamos de acá para allá, siempre hay persecuciones en mis sueños. Los que recuerdo por lo menos.
Todo pasaba en una especie de quinta con una graaaan casa. De repente llegaba un auto y estábamos todos afuera, y éramos un montón de gente haciendo fila, y creo que era porque venía él, y se bajaba del auto y se armaba como un aplauso espontáneo, rítmico. Me acuerdo de una sensación muy fuerte de querer cantar, y creo que todos estábamos en eso, como que nos habíamos reunido, y el aplauso al mismo ritmo, y todos juntos, mirándolo, adivinándole la mirada a lo lejos, atrás de los anteojos.

No hace falta un sentido en el sueño, ¿no? Lo único que sé es que el tipo venía y el lugar se transformaba.




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Dobri den

Amaneció, y el cielo azul tan brillante y despejado anunciaba la llegada de un relato amistoso y plagado de paz y buenos sentimientos. El patito Filomeno apareció en escena deslizándose con suavidad sobre la superficie del lago. Cuando alcanzó la orilla dio un par de pasos como saltitos diminutos sobre la tierra y entonces recibió un piedrazo en la cabeza. Se abrió en su sien izquierda una gran herida de la que surgieron inquietas un par de verdes mariposas. Luego fue el turno de un diminuto manantial de jugo de naranja que empezó a salpicar el pico de Filomeno.
- ¿Quién tiró la primera piedra? - preguntó el pato herido mientras slurp lamía su pico y ñam saboreaba el delicioso jugo.
- Fue él. - contestó el mono loco señalándose el pecho marrón como sangre coagulada.
- ¿Y por qué lo hizo? - insistió Filomeno.
- Porque rima con erizo.
- ¿Volverá a hacerlo alguna vez? - Indagó aún más el pato, que ya sentía como le picaba la curiosidad y sabía que era imposible rascarse con sus plumas.
- Tal vez un domingo, o alguna fiesta de guardar como.
El hachazo lanzado por el pato no alcanzó a sorprender al mono loco que con la velocidad de un infantil mal pensamiento ante la palabra banana dio un salto triple con fliflap y escaramuza ulterior para colgarse de una rama y evitar el ataque. El hacha fue a parar al lago, y mientras el mono y el pato se acercaban a espiar el destino del arma
, el dios Wenceslao asomó su cabeza desde las no tan hondas profundidades del lugar.
- ¿Qué buscan, forasteros? - preguntó con poderoso efecto reverb.
- El laberinto del minotauro. - confesó Filomeno.
- ¿Es esta tu hacha? - preguntó el dios del lago.
- No. - respondió el mono con seguridad. - Ese es tu miembro omnipotente.
- Tampoco la pavada. - reflexionó en voz alta Filomeno. Luego notó la cara de pena con que lo observaba el dios del lago y agregó con un hilo de voz tan delgado que con sólo soplarle las palabras podrías pasarlas por el ojo de una aguja:
- Ojo, yo le doy, eh.
El mono loco le lanzó otra piedra por la cabeza.

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Dubidú


Oscar se frotó la nariz y luego se miró la mano para comprobar que estaba manchada de un rojo carmesí. Sacó un pañuelo blanco del bolsillo y se tapó el rostro con él.
- ¿Cuánto tiempo te dura eso? – preguntó Clara.
- Unsmints – respondió él al tiempo que presionaba el pañuelo y torcía la cabeza para detener la hemorragia.
- ¿Qué tenés ahí en el codo? – indagó ella una vez más.
Oscar movió el brazo libre para observarse. Nuevamente el color carmesí sobre su piel, avanzando ahora en descenso desde el codo hacia las axilas. Rápidamente bajó el brazo para desviar el afluente hacia la mano y no mancharse la remera. Cerró el puño y sintió el calor pegajoso que intentaba filtrarse entre sus dedos.
- Uh, te abriste la cascarita que tenías... – concluyó sabiamente Clara, a lo que él respondió en silencio poniendo los ojos en blanco. Después aflojó un poco la presión del pañuelo para poder hablar sin obstáculos.
- Buscame en el ropero del cuarto un pañuelo limpio, por favor.
Clara partió a cumplir con el pedido. Apenas abandonó la sala, Oscar apoyó lentamente la espalda contra la pared. Enseguida notó una puntada tan sorpresiva como intensa a la altura del homóplato derecho. No tardó en identificar el dolor como el de un grano reventado en pleno esplendor, y se movió automáticamente hacia delante como si hubiese rebotado. Al agitar el brazo herido en una reacción de dolor salpicó el suelo dibujando diversas formas que fueron rápidamente absorbidas por la alfombra marrón que cubría la sala. Oscar notó como la espalda de la remera se empapaba rápidamente con un delgado afluente que brotaba sin tregua de la diminuta herida.
Acostumbrándose al nuevo dolor trató de acomodar el brazo contra el pecho para no ensuciar más la alfombra. La mano que sostenía el pañuelo ahora estrujaba el líquido que chorreaba de su nariz imposible de ser detenido por aquel cuadrado de tela. Sintió que empezaba a filtrarse entre sus labios y debió separar bruscamente el pañuelo y empezó a toser de cara al piso, dibujando nuevas manchas sobre la alfombra.
Empezaba a sentir el tremendo peso de la remera pintada de rojo por completo, un rojo que continuaba su expansión invadiendo sus pantalones de jean. Toda la ropa se le iba pegando a la piel.
- Acá hay un pañuelo pero de esos de vestir, muy canchero... – dijo Clara desde la habitación.
Oscar no le prestó atención, apenas sintió unas articulaciones inconexas de una voz lejana y confusa. Empezaba a costarle pensar con claridad, como si sus ideas también se hubieran volcado fuera de su cuerpo en un pegajoso alud. Con el resto de energía que le quedaba se decidió a ir al baño, algo que imaginó como un destino salvador. En realidad no pensaba tanto en un modo de detener las hemorragias como en la imperiosa necesidad de darse un baño y quitarse de encima toda esa suciedad que lo agobiaba.
Dio un solo paso, extremadamente lento, pero el peso de su cuerpo fue suficiente para que la chinche en el piso se clavara firme bajo su pie izquierdo. Al levantarlo apenas sentido el pinchazo la chinche se soltó y enseguida comenzó a brotar un nuevo río púrpura que no tardó en desplegarse sobre la alfombra.
Cuando Clara volvió a la sala trayendo en la mano un único pañuelo descartable rescatado de un cajón, la alfombra ya no guardaba huella alguna de su color original. El cuerpo de Oscar estaba echado inmóvil junto a la pared, teñida toda su piel de un blanco casi enceguecedor.

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Y es que ella.

El gato iba a buscar su comida con esa parsimonia tan propia de los felinos. Ella lo miraba desde el sillón, sin prestarle mucha atención, casi como acompañando sus pensamientos con la imagen de las cuatro patas moviéndose sincronizadamente. Tampoco es que pensara demasiado. Lo que poblaba su mente era casi como un suspiro de ideas, mínimas corrientes de viento que se filtraban entre las neuronas haciéndolas chocar entre sí suavemente hasta provocar un diminuto tañido.
Cada tanto la sensación de agotamiento regresaba al sillón y entonces ella reaccionaba veloz ocultándose tras sus párpados.
En un momento abrió los ojos y se encontró con el gato sentado a su lado.
- Se está haciendo tarde, señorita. - dijo el gato sin sonreír.
Ella volvió a cerrar los ojos, y enroscándose sobre sí misma se pasó las manos por el pelo hasta juntarlas en la nuca.
Antes de dormirse alcanzó a escuchar al gato susurrarle:.
- Dulces sueños.


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Breve digresión

¿Libre como el viento?

Pero el viento hasta donde tengo entendido es el resultado de la diferencia entre la presión que hay abajo en la tierra o por ahí y la que hay allá arriba por la atmósfera. O algo parecido. El hecho es que de qué libertad hablamos, pobre airecito en movimiento que lo empujan de un lado a otro. ¿De qué libertad me hablás? ¿Sopla porque quiere? Está bien, sí, en la dirección que le mandan él va sueltito de cuerpo, todo así con la boca abierta, pero libertad lo que se dice libertad...

Y claro, es como decía don Zorba, no existe la libertad, sólo cuerdas más largas.




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Status Culo

Estoy vivo, eh.

No se me nota mucho, pero créanme.

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El joven Otorga

(continuando)

Viéranlo a Otorga sentado al piano desplegando toda la potencia de su música. No, claro, no suena el piano, ¿qué esperaban acaso? Es otra de sus peculiaridades, apenas roza las teclas, las negras y las blancas por igual, un toque mínimo imperceptible para las cuerdas que aguardan tensas el golpe del martillo en el interior del instrumento.
Pero no hace falta más que mirarlo para percibir toda la melodía, una suave introducción que se dibuja en sus cejas enarcadas, los labios apretados en un estribillo pegadizo, los hombros levantados en un sinfín de acordes que van y vienen.

Pero siempre el mismo final. Alguien golpea la puerta e interrumpe la sinfonía de silencio que improvisaba el buen muchacho. Una y otra vez es ella quien aguarda impaciente tras la puerta. Elvira, la vecina vieja y sorda como una tapia que viene a pedir que bajen el volumen.

Otorga baja la vista pidiendo disculpas y se echa en un sillón a leer un libro con su imaginación en mute.


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El callado


Nació sin decir una sola palabra.

Bueno, sí, como todos, pensará usted agraciado lector, pero es que él no dijo nada de nada, ni una onomatopeya, una interjección, un signo de exclamación. En el acto del nacimiento a la vida y sus postrimetrías no emitió absolutamente ningún sonido.

Eso sí, gritó con todo el cuerpo. Fue así nomás, no había forma de ignorarlo, un estallido de confusión e incomodidad en su cara, gestos dibujados como un libro abierto que no admitían analfabetismo alguno. Las manos apretadas buscando la fuerza que todavía no tenía, las piernas revoleadas de un lado a otro con la agilidad de una calabaza hervida. Un par de enfermeras se taparon los ojos, aturdidas. La partera se contuvo y pudo mantenerse concentrada en su trabajo luchando duramente contra el ruido brutal de aquella visión. Pronto consiguió tapar el niño con una sábana y el ambiente volvió a relajarse en la sala de aquel hospital. Acomodaron al niño sobre el pecho de su madre, y el saludo de un hola diminuto que ella exhaló a modo de bienvenida y suspiro fue el sonido que rompió aquel silencio de zumbidos maquinarios.

Sumergido en su mudez voluntaria creció el niño. No había trauma en su silencio, no había represión ni dolor o incapacidad. Sólo había ausencia de palabras.

Con el tiempo el nombre elegido por sus padres fue olvidado y la gente se acostumbró a llamarlo Otorga.


(¿continuará?)

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Alguien tenía que decirlo


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Terry Terrific

Ando leyendo una novela de Terry Pratchett, Pirómides, nada más y nada menos que la séptima historia de este inglés ambientada en el maravilloso y quelónico Mundo Disco.
No pasó mucho tiempo de la última vez que me reí en el subte leyendo algo, de hecho fue hace un par de meses nomás con el libro de Macanudo que me regaló la faérica niña Carla.
(Estoy re adjetivoso, qué boñigante, ¿no es así?)
Pero igual hoy leí un par de cositas que me daban esa sensación de decir: "Je, esto me hace reír y...". Claro que no es una cosa que uno piense seguido, es más como algo natural, se me ocurre que las cosas que más gracias nos dan son:

- Los chistes que dice otro y nosotros pensamos unos segundos antes que lo hiciera.

- Los que escuchamos en lugares que tienen detector de bromas en la entrada para que nadie pretenda hacerse el gracioso una vez adentro.

- Los que nos dejan ese "y..." al final. Los ejemplos que voy a dar son muy chiquitos, pero hoy me colgué en eso, en que Terry Pratchett me gusta no sólo por gracioso o porque ahora vaya a hacerme el que en el fondo tiene un humor profundo que analiza la realidad de nuestra historia, revelando en sus páginas un reflejo ácido que despliega una crítica feroz sobre las contradicciones más profundas y naturales del ser humano.
Lo que me gusta mucho es que me hace sentir como que el tipo se toma muy en serio lo que escribe. Como que se esfuerza por hacerlo realmente bueno.

"Un poco más de tiempo se enrolló en el carrete de la eternidad y el silencio que había fuera de la celda, que hasta entonces había sido el silencio que produce la ausencia de sonidos, se fue convirtiendo muy lentamente en el silencio causado por la presencia de alguien que no hace ningún ruido."

"Unos simples animales jamás podrían comportarse de esta manera. Ser realmente estúpido es algo que sólo está al alcance de un ser humano."


Ehp.

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Hermanos Umbilicales

A varios de ustedes ya se los he mostrado pero quedan varios que pueden no haberme escuchado hablar de estos tipos. Son dos australianos re locos lindos (¿o "locolindos"?) que hacen - por lo menos en lo visto hasta el día de hoy - unos sketches con mucho trabajo físico, mezcla de mimo con McPhantomismo, pero todo hecho con un bienvenido ingenio y creatividad.

Lo que hay es un video de estos tipos haciendo un demo (¡nerd!) del show que presentaron en Nueva York en el programa de Jay Leno. Después viene pegadito otro en otro programa que no sé cuál es.

Para ver online:
http://www.koreus.com/files/200406/umbilical_brothers.html

Para bajar:
http://www.compfused.com/downloads/04gmjqmrx/umbilicle-brothers31.wmv

Hoy me dio curiosidad y busqué algo más de estos tipos, así que después de complicadísimas elucubraciones y cálculos cuánticos, llegué a:
http://www.umbilicalbrothers.com
Ahí se puede leer más información (todo en inglés, pero para el público ABC1 de mi blog no habrá ningún problema) sobre estos artistas tan particulares. Me gusta la parte donde cuenta que condujeron una entrega de unos premios, noche en la que ellos mismos ganaron uno, que teniendo en cuenta que no estaban nominados a nada es un porcentaje de muy alta efectividad. ¡Cuac!
En la página web pueden bajarse también otro video-clip de los Umbilicals.

¡Y eso es todo por este post!

Publicadas portinch a la/s 1:41 p.m. 0 comentarios  

Para reflexionar


(Idea original de Gonzalitus)


Publicadas portinch a la/s 9:52 a.m. 0 comentarios  

¿Adónde van?

Quizás no seas un tema menor.

Situación: Yo me mancho el dedo mayor con, digamos, tinta. "Tinta", decimos todos al unísono, obedientes. Bien. Entonces presuroso procedo a chuparme el pulgar de la misma mano para dejarlo humedecido y entonces frotarlo con avidez sobre la superfiecie manchada. De a poco la mancha tiende a desaparecer, todo parece encaminarse a un final feliz, pero entonces miro el pulgar... ¡zas! Ahora él ha quedado todo ennegrecido. El asunto es el siguiente, si yo sigo frotando y frotando llega un momento en que la tinta acaba casi por borrarse y en los dedos casi no quedan rastros de la negrura pasada. Ahí entra en juego mi gran pregunta gran: ¿A dónde va la tinta cuando la limpio? ¿A base de fricción se hace transparente? ¿Se evapora por el calor? ¿Si fuera así por qué no mancha el aire el vapor de tinta negra? ¿Eh? ¿EH?


Por favor, no se enojen si dejan una respuesta muy concisa y parezco no darles mucha bola.

Es que estoy chocho con mi pregunta.


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Inventando el idioma

Siempre me sorprendió esa cuestión de que uno llega a esta cosa de la vida sin idioma encima. De escuchar, de aprender, de ver, vamos tomando el (o los) que nos rodean como si fuese cosa nomás de vestir siempre las mismas medias hasta que se nos quedan pegadas y ya son como parte de las piernas.
Me pregunto cómo se sentiría ese momento en que manejábamos un vocabulario mínimo pero igual creíamos o intentábamos entender todo. ¿No hay un punto de esa evolución en que nos tirábamos un lance tras otro para ir dándole sentido a todo eso - tanto tanto - que todavía no nos habían enseñado?
Por ejemplo, "al que nace barrigón es al ñudo que lo fajen". De chiquito siempre pensé que que ese fajar venía nomás de cagar a bifes, y que entonces por lo dura que era la vida del obeso en el colegio lo de "al ñudo" debía ser una forma de decir que era una fija. En definitiva, cuando sos de una manera ¡zas!, tu vida va a ser consecuencia lógica de eso, más allá de la justicia y el honor.
Muchos, muchos años después me enteré que "al ñudo" es simplemente "al pedo", y que todo el refrán este viene nomás porque al gordito por más fajas que le pongan gordito sigue siendo.

Cuando una palabra va transformando o agregándose un nuevo significado con el tiempo ¿no será que en la Real Academia Mundial de los Idiomas del Universo hay una habitación llena de niños dedicados a sugerir qué entienden por cada palabra que se les dice? Y si a alguien le gusta lo que se le ocurrió a uno de los chiquitos ("¡Los Pitufos son una masa!") ahí salen corriendo a ponerlo en práctica hasta que se esparce como reguero de pólvora.

¿Qué tendrán para decir mis primitos de un "reguero"?

Cuéntame, casual visitante, alguna confusión lingüística de tu niñez.


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Más vale mediocre que totalmente pastel

Basta de derrotas desmesuradas y triunfos inolvidables. Abracemos por un momento el sensato y siempre calmo bienestar del momento promedio. Sin medallas de oro, sin dramas lacrimógenos. Sonrisas de satisfacción, lágrimas como delicadas escupidas de veneno, y esa sensación de acomodarse en el sillón hecho exactamente a nuestra medida.

Puede sonar fácil, simplón, hasta mediocre.

¿Y?




Publicadas portinch a la/s 1:00 p.m. 0 comentarios  

El final

Todo final es un comienzo y viceversa, ¿o no?

Así que acá estoy, poniendo con este post fin a tanto tiempo de disquisición "ay qué lindo hacer un blog, ay sobre qué, ay que no sé qué nombre ponerle, ay ay ay". Le pongo fin a mi no tener un blog. Le pongo fin a el vuestro no leerme en un blog. Le pongo fin a la ausencia de esta pared.

Y ahora, a pintarla.

fium!

PD: Esto fue algo que escribí en febrero, pensando en que iba a sacar mi blog e iba a poder postear la pavada que se me ocurriera. Ehp. Otro final para su espera.

"Hay lugares donde se puede sentir la lluvia que viene antes de encontrar una sola nube en el cielo. Sólo hay que estar atento, saber dónde mirar con cuidado y sobre todo, reconocer el aroma que anuncia la tormenta. En los subtes la gente puede presentir el clima. Perdido en el tedio de los viajes de ida y vuelta, el aire pegajoso y las lecciones y noticias entrecortadas de los televisores, podrías encontrar rastros de un inefable pronóstico del tiempo. Está en los ojos de la gente. En el que no levanta los ojos de su revista, temeroso de enfrentar la conciencia de que no está dejándole el asiento a un hombre mayor. En la señora que corre y empuja a la caza del asiento que acaba de quedar libre. En los ojos que siguen de cerca el cartel que adivina la próxima estación. El asunto es que llevamos años aprendiendo a ignorar. Preferimos esperar a subir las escaleras para descubrir lo que espera en la superficie. Sol, sombra, viento, agua. ¿Para qué querríamos conocer estas cosas por adelantado si de todas formas van a estar ahí? Es mejor perderse en el sueño de los túneles, aislarnos entre puertas y escaleras. Cuando llueve en Buenos Aires las calles se pintan coloniales. El microcentro se vacía, el cielo juega a la noche, los paraguas molestan bajo los balcones, y cada vez menos gente se anima a mirar la lluvia de frente. Otros se inundan, pero no los ojos, no la ropa, no la poesía empapada. Hay que saber dormir con cada gota de lluvia teniendo su momento epifánico de muerte baterista contra una chapa. Eso, y tirado junto a una gran ventana dispuesta a iluminar todas las paredes. Lo digo porque sé pocas cosas, pero esta es una que no quiero olvidar: no dejar pasar una sola lluvia. Mojarse siempre, una pestaña, un sombrero, un vidrio, un manubrio, los cordones, por lo menos la vista. Se acercan grandes tormentas. El cielo puede estar despejado. Pero si mirás con atención, si te animás a leer algo más que las publicidades en el subte, puede que lo notes. El año está empezando, y ya hubo suficientes vacaciones para el asfalto nuestro de cada día. "

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