Desentraño.

(tomá, otro borrador así a la marchanta y que lo tiró de las patas)

A veces como llenos de climas ajenos, con este acercarnos, espiarnos bajo las suturas a medio descoser, relojeando hilos y agujas que ni pinchan ni cortan pero tal vez agujerean una puerta entera como para asomar la inconsciencia toda. Y entonces están mis manos ahí al frente pero por momentos como si tocarte fuera faltarme tus cuerdas, como si se escondieran los acordes o yo me hiciera sordo de tu acompañamiento, el desfile de tu piel bajo las yemas, la quietud de tu espalda y la música toda de ese instante en el que se revela tu plan de permanecer al menos un segundo más.
Porque se suceden los espacios de estar, la continuidad de insignificancias que va dando forma a un detalle ínfimo y notorio, una pregunta volátil o una claridad tenue de fósforo. Diminuta llama que sostenemos entre los dedos, tu pulgar contra mi índice, tu párpado contra mi boca, hasta quemarnos uñas y carne y atención pupilas por si algo más se enciende en el estar; algo que nos ilumine los dados de otro después posible.
Pero ignoro tanto y más de la cuenta, de lo incontable y lo supuesto también, destrabándome silencios entre mirarte y andar hasta tus hombros, desenredando las palabras torpes que me desnucan los dos pasos a tu otra boca; esa que sonríe bajo la mesa y suspira un derrumbe o dos sin dejar rastros.

De todas formas; o no de todas, pero de algunas sí, varias y extrañas, sorprendentes incluso, como deletreándonos señas en idiomas extraños y soplándonos despistes y despuentes, nos encontramos. Y en el encuentro hay penumbras y hay hallazgo, hay roces y tropiezos, al frente y a contrapierna; pero sobre todo hay dos que somos ahí presentes, a distancia imprecisa, curiosa y móvil, dos que se observan y se ciegan también de a ratos pero se quedan otro tanto a ver qué más hay luego.

Que a tientas, sin mapa y hasta sin pupilas, también se hacen caminos.

.


Publicadas portinch a la/s 5:17 p.m. 0 comentarios