Navidá

Sólo quiero decir algo, porque me cansé de leer los mismos comentarios pseudo-sensatos y reflexivos e ingeniosos acerca de la cultura navideña.

¡Qué viva la garrapiñada! ¡Bien, muy bien por el maní con chocolate, salado, pelado, confitado, peinado, y extra-brut! ¡Albricias albricias por el Papa Noel barbudísimo, abrigado y ajeno! ¡Aguanten los turrones extra-calóricos! ¡Qué grosos los renos paseanderos! ¡Ocho hurras por los poderosos turrones! ¿Para cuándo aprenderemos a integrar al fabuloso pavo relleno a nuestra mesa navideña? ¿Eh? ¡Y que recontra viva el pan dulce que hace mi vieja que no le pone esas gomosidades espantosas que traen los que hacen sin amor las grandes compañías panificadoras!


Listo.

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Bulimia y Anorexia celebran las fiestas

1.

Anorexia: Para este nuevo año quiero convertirme en una perra sin corazón.
Bulimia: Ay, no, ¿por qué?
Anorexia: ¿Vos sabés cuánto pesa el corazón?

(Un rato después sigue)

B: Ah, claro. Pero... ¿por qué una perra entonces?
A: Así garcho mucho.
B: Ay sos una ídola.
A: Je.


2.

A: Che, Buli, ¿vos qué le pediste a Papa Noel?
B: Que adelgace, porque la verdad que así como está da asco.


3.

A: ¿Viste que se casó Elton John con el novio?
B: Sí, de una.
A: Me encanta que los putos también puedan hacer cosas lindas.


4.

B: ¿Vos cómo te enteraste que Papa Noel no existe?
A: ¡...!

Publicadas portinch a la/s 2:05 p.m. 0 comentarios  

Jingle bells

El último, el primero

Ella simplemente no llora. Hilos de agua destrenzan su ánimo y el lujo de las lágrimas es uno que no puede permitirse. Apenas tomarse las manos frías, acariciarse ella misma esta ausencia que la distrae de todo aquello que espera alrededor. Apoya la boca contra el espejo roto en la pared, fragmentos de frío que la devuelven desarmada. Besando fantasmas que sólo en sus labios toman vida y simulan respirar entre jadeos de esperanza perdida.
Se reconoce inexistente para esa realidad que no puede dejar de observar. Quiere arrancarse los ojos, masticarlos, fundir esas imágenes distantes; hacer con ellas un fuego que derrita esta despedida helada que se le impone.
Los otros sí pueden llorar. Las lágrimas que ellos desnudan riegan su ayer, huellas de un pasado que en unos instantes se le ha vuelto ajeno. Ella ignora en su piel la longitud del camino nuevo que la provoca y espanta por igual. Las rodillas tiemblan, inventando danzas que alejen el silencio. Pero sus pies saben bien, con ese saber inmediato e indudable de los sueños, que llega el momento de otro paso hacia delante. Siempre fue así. Y es su tarea reconocer este segundo que le grita movimiento, como un temblor que resuena desde su interior hacia la tierra toda.
No es una lágrima lo que brilla sobre su rostro. Ella simplemente no llora. Es el reflejo del sol de medianoche que despeja algunas nubes sobre su piel.
Hoy su nombre es Lejanía. Pero eso también va a cambiar pronto.


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Publicadas portinch a la/s 1:29 p.m. 0 comentarios  

Uno peor que el otro


- Uh, ¿y ese yeso en la pierna? ¿Qué te pasó?
- Me esguincé el lunes en el fútbol. Un bajón...
- Uh, sí, qué feo eso. Yo una vez me distendí los ligamentos y me tuvieron que operar, fue horrible.
- Sí, bueno, pero acá pensá que es la primera vez que me pasa algo así. Me pegó mal todo esto...
- Claro, si nunca te pasó.... Aunque claro, aquella vez fue la primera que me tocó entrar a un quirófano, ¿sabés? Y no sabía si iba a poder volver a jugar al fútbol.
- Ah, ¿eso era lo peor que te podía pasar?
- ¿Te parece poco?
- No... quiero decir, sí, sería triste, pero... es que la primera vez que yo entré a un quirófano fue por un soplo en el corazón. Había posibilidades de que no saliera de ahí vivo. No sabés los nervios que tenía.
- Mirá vos, me imagino. Pero vos debés tener buena obra social, si te banca tu viejo.
- Y sí...
- Entonces no pasa nada. Vos tendrías que haber visto la cara del tipo que me operó a mi esa vez. Un carnicero era, te juro.
- No podía tener peor pinta que el ex de mi novia, ¿te acordás el que me quería cagar a piñas esa noche en la costanera? Otra que el cirujano, ese sí que quería abrirme vivo con las manos...
- La verdad que no me acuerdo. ¿Cuándo fue eso, la vez que se me vinieron al humo dos pungas amigos suyos cuando salíamos del boliche?
- No, esa fue la vez que los otros cuatro amigotes de los dos que te atacaban se vinieron con botellas rotas a boletearme a mi en el estacionamiento. Yo te digo el ex de Fabiana, el rugbier, que por la pinta que tenía parecía que estaba acostumbrado a hacer los tackles con la boca.
- Ah, sí, me acuerdo. Tenía la quijada algo desviada, ciertamente. Para deformes tendrías que haber conocido al ex novio de Lucila, ese era para matarse. Cuando lo vi en una foto me agarró un bajón, digo, si la mina había estado con ese tipo, ¿yo estaba en la misma categoría que el esperpento aquel?
- Una vez me contaste del tipo ese, me acuerdo. Pero Lucila es buena mina, a una novia como ella se le puede dejar pasar un pequeño tropiezo en su pasado.
- Sí, supongo...
- En cambio Fabiana, ella más que pasado tiene un prontuario. Uno peor que el otro, sus ex novios. Sólo espero que nunca se haga famosa, te digo. Me muero si algún día le escriben una biografía y tengo que ver mi nombre en un mismo libro junto al de esos aparatos.
- Pero digas lo que digas, son historias viejas, todo superado. En cambio yo, si supieras el ganso que tiene Lucila de amante, ese sí que juega un torneo de ser feo y lo descalifican por exagerado.
- Uh, no me digas.
- Y sí. Pero bueno, son cosas que pasan, ¿no?
- Claro, claro.
- Tengo que seguir camino, che, que hoy me toca laburar de corrido hasta las nueve.
- ¿Las nueve? Qué suerte tenés, yo... eh... no, nada. Que te sea leve.
- Que pase pronto lo del esguince, che. Igual son un par de semanitas y ya, ¿no?
- Sí, nada grave. Hay cosas peores.
- Si lo sabré yo. Bueno, nos vemos pronto, loco, que estés bien.
- Y vos mejor.
- No, no, vos mejor.
- Bueno, chau.
- Chau.

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Publicadas portinch a la/s 12:17 a.m. 0 comentarios