Algas
viernes, diciembre 01, 2017
Y ya quisiera un cambio, un
capricho de marea que me raspe estas algas que juegan a enredadera, que las
arranque una ola de un soplido, que un viento me ahogue hasta enjuagar tanta
añoranza exagerada y boleadora; que ya de estirarse ni cabe en la inmensa
maravilla que fue la historia de nuestros dedos y sus uñas.
Que mujer no
sea el género que llama a tu nombre, que mi sexo no grite tu piel; que suene el
despertador que le ponga nombre a esta ausencia que sigue soñándose espera. Que
pueda echar bajo tierra el deseo que no despega la mirada atenta idiota de un
imposible brote.
Así, que lo
posible sea el porvenir y que lo imposible ceda y se pueda empujar como si
nunca jamás y otros tantos no. Que el silencio sea por una vez mío, de mi voz
que se guarda, de mis ojos también que aceptan sus párpados de única compañía y
dejan de alucinar horizontes que no se acercan, que al frente no, que es
espejismo de ayer. Pestañeando huellas
entre luces, arena y balcones descifrados, corajudos hasta el último respiro.
Que
resople entonces; que el viento nazca en mis propios pulmones, en uno al menos
o más no sea de un aletear inútil; que se forme también la ola en este torpe
agitar de brazos, que se empape de lo que lloré sin metáfora ni rima. Que sea
el capricho entonces de estas letras, del envión que las anima, de la angustia
que empuja y la necesidad que las dibuja, lo que haga temblar la piel, las
paredes, el desánimo, hasta desarmarme como sin huesos ni tiempo.
Para luego sí
volver a sentir las rodillas, sobre ellas mi cuerpo. Y si más tarde levanto la vista encontrar la
debilidad que me tiene echado; pero ya
ni rastros de algas. Que ellas crezcan con semillas de agujas si quieren algún
día, pero en las grietas que dibujan la memoria, ya no entre mis dedos.
Publicadas portinch a la/s 7:32 p.m. 1 comentarios
Etiquetas: texto
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